Sunday, February 8, 2009

Smooth Jazz


Cuando recibió el encargo de crear el score para la película Los tres días del condor David Grusin no perdió ni un segundo; reunió a los mejores músicos que un arreglista podía disponer en aquel entonces y, aprovechando el margen de libertad que Sydney Pollack le otorgó, puso manos a la obra. El resultado fué un memorable soundtrack que se acopló de forma perfecta a la narrativa del filme con acertados arreglos acústicos y un registro tonal que aportó al filme los matices precisos que Pollack buscaba.



La historia de Los tres días del condor es como sigue: Robert Redford interpreta a Turner, un empleado de una pequeña sección de la CIA encargada de estudiar todo lo que se publica en el mundo: libros, periódicos, revistas, catálogos , panfletos; no hay en este departamento publicación que se reciba que no sea leída, estudiada o analizada. Esta pequeña seccional que opera bajo una fachada y que cuenta con un personal altamente capacitado tiene como función principal analizar toda la información que recibe, transcribirla y enviarla en forma de reportes a la central de inteligencia. El contenido de estos reportes es diverso aunque en ocaciones puede aportar información clave para la agencia en los intereses que esta pueda tener en este u otro momento.

Ahora bien, estos empleados no son agentes de campo, su trabajo consiste en leer libros y, como siempre ocurre dentro de la burocracia gubernamental con las pequeña seccionales donde todo opera eficientemente, alguien allá arriba en la jerarquía ha decidido que debe ser eliminada al costo de lo que sea. Una drástica medida motivada quizá por esa sucia e irracional política gubernamental de destruir lo único que funciona. La decision no es comunicada a sus empleados directamente ni conducida por medios administrativos sino por medio de una limpieza que se realizará de otra manera, la más fácil y discreta posible: a través de un elemento externo, no adscrito a la agencia y que no es otra cosa que un asesino a sueldo comisionado para liquidar a todos los empleados en una fría y aséptica operación

Sin embargo, a este contratista y a sus asociados no le salen las cosas bien o, al menos, tal como las planeaban. No dan cuenta de la ausencia de un empleado, Turner, que esta mañana salió a la esquina con el encargo de comprar el almuerzo de sus compañeros y que a su regreso los encuentra exterminados. Vaya manera de comenzar el día.

Turner tira la bolsa, saca con mano temblorosa la pistola de la gaveta del escritorio de la recepción y huye con rumbo desconocido. Le toma tiempo a la agencia darse cuenta de lo que está pasando, situacion que es aprovechada por Turner para eludir a sus captores; aunque no por mucho tiempo porque ya a un cuarto de la película Turner está siendo rastreado por media ciudad con el reloj avanzando en su contra y el contratista pisándole los talones deseoso como está de finalizar este asunto, culminar su trabajo y pasar por la caja a recoger su cheque.

Pero nada le será tan fácil a este gun for hire, la ventaja de Turner es su inexperiencia lo cual lo hace impredecible, afirmación reconocida por el mismo contratista, el inescrupuloso asesino con marcado acento extranjero que se maneja con impecables modales encarnado de forma magistral por el actor sueco Max Von Sydow.



No es mi deseo ahondar en detalles que puedan arruinar la experiencia de aquellos que aún no la han visto. Lo que sí es preciso destacar es que, más allá del guión que es una joya y de las actuaciones que son un lujo, el aporte de la música a la narrativa de esta historia es tal que es prácticamente imposible disociar una cosa de la otra. Si ven la película sabrán a que me refiero: un pulso que ya se define desde el comienzo y cuya energía se mantiene a lo largo de la trama con un efectivo uso del jazz tanto en la entrada como en los sucesivos temas que alimentan la tension dramática a lo largo del filme. Las moduladas notas que fluyen de la guitarra de Lee Ritenour nos transmiten una grisácea sensación de soledad, el dilema de un hombre inocente que no sabe en quien confiar y cuya supervivencia dependerá de cada decision que tome a lo largo del camino. Es una lástima que no se hagan más películas de este calibre ni composiciones memorables como esta. Vivimos en el futuro lo cual significa que en el ámbito de la nostalgia sólo nos queda conformarnos con las glorias del pasado, un filme digno de estudio y una banda sonora que aún resuena en nuestra memoria con un sonido que nos parece tan seductor y moderno como cuando le escuchamos por primera vez hace más de treinta años.

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